Algunos años son famosos. Después de tales años el mundo cambia para siempre.
El 2001 fue uno de esos años. Apenas lo escuchamos vemos las torres gemelas en llamas. 1989, vemos el muro de Berlín desplomarse y la invasión. 1945, el hongo nuclear sobre Hiroshima. 1964, a los mártires trepando la cerca en Ancón. 1969, el primer humano caminando sobre la luna torpemente. El 2020 quedará para la posteridad como el año que el mundo fue tomado rehén por el COVID-19.
Es imposible saber cuándo va a terminar la pandemia. Pero lo que sí es cierto es que después de esta pausa el mundo no va a ser igual. Ni tu tampoco.
A veces, es muy difícil ponernos una pausa personal. Esperamos a las vacaciones o los feriados para hacerlo. Pero estos nos pasan a un lado cómo diablos rojos en la Vía España. A toda prisa. Pero esto es diferente, ahora estamos todos en pausa.
Para muchos el virus es una tragedia. Para los contagiados que se van a recuperar es un nuevo inicio. Para los médicos posiblemente la más grande batalla de sus vidas. Pero para ti que estás en casa puede ser una gran oportunidad.
Si sientes que las paredes de tu hogar se te vienen encima recuerda que muchos grandes individuos se han reinventado después de un largo aislamiento; solo en una jaula aprendes a ser libre.
Malcolm X fue sentenciado a 10 años de prisión. En vez de solo contar los días el uso este tiempo para aprender a leer, y estudiar cientos de libros. El obtuvo el conocimiento que lo convertiría en uno de los líderes del movimiento de los derechos civiles en los Estados Unidos estando en la cárcel.
Todos tenemos un armario donde hemos guardado cosas que siempre hemos dicho que vamos a hacer, pero que no hemos hecho. “Nos enredamos”. Suele pasar, pero cuando estás encerrado en casa vale la pena visitar ese armario, y desempolvar ese proyecto.
¿Porque si no es ahora, cuando? Este nuevo ritmo de vida, más lento, aburrido, es perfecto para terminar eso que siempre has dejado a un lado. O empezar un proyecto nuevo.
Una pausa como esta también nos obliga a apreciar las cosas pequeñas de la vida. Una película en familia, una llamada con un amigo, un buen libro, una conversación. Valorar lo que tenemos. Un techo, comida, acceso a entretenimiento. Darnos cuenta que podemos vivir con menos.
Estar aislado de las distracciones del mundo es ideal para reflexionar sobre qué es lo más importante para nosotros. Podemos evaluar con calma dónde estamos y dónde queremos estar. Esta pausa nos permite examinar. Auditar nuestra vida, relaciones, trabajo, y nuestra espiritualidad. También para desechar malos hábitos que nos tienen más atrapados que el Coronavirus en nuestros hogares.
Quedarse en casa puede ser un momento para crecer exponencialmente. Aprender, leer, tomar cursos en línea. Salir de esto con una habilidad nueva que te brinde muchas más oportunidades después de que el mundo se reanude.
Pronto van a volver los eventos masivos, las reuniones de lunes en la mañana en el trabajo, las salidas. Y todo eso que dábamos por hecho, pero que hoy extrañamos.
El mundo va a seguir andando, pero no va a ser el mismo. La cuarentena nos va a enseñar muchas lecciones. Que podemos trabajar remotamente y producir igual o más que trabajando desde la oficina. Que el distanciamiento social a veces es bueno–nos da chances de pensar. Que aunque todo se detenga, las herramientas digitales hacen que el mundo siga de pie (Y no hay excusa para no aprender a usarlas, sin importar nuestra edad). Qué podemos aprender en línea, sin la necesidad de gastar miles de dólares en diplomas.
Finalmente, esta pandemia le dará más fuerza al individuo. Nos va a enseñar a prepararnos nosotros mismos para imprevistos. Porque si algo nos ha enseñado el COVID-19, es que no podemos depender de las organizaciones internacionales, “expertos”, o gobiernos.
Nosotros somos los únicos que nos podemos preparar. Fortaleciendo nuestra salud, ahorrando, protegiendo a las personas mayores, y aprendiendo habilidades que nos hagan menos susceptibles a quedar sin fuentes de ingreso si nos quedamos sin trabajo mañana.
Robert Greene, el autor de las 48 Leyes de Poder, dice que hay dos tipos de tiempo. El tiempo vivo y el tiempo muerto. El tiempo muerto es cuando estamos esperando a que las cosas nos sucedan. Y el tiempo vivo es cuando estamos en control y hacemos que cada minuto cuente; cuando estamos aprendiendo, creciendo. Solo tú decides si vas a aprovechar el tiempo durante esta pausa, o lo vas a gastar.
Aprovecha esta pausa. Es un momento difícil para todos sin lugar a dudas. Pero si lo tomas como una oportunidad para crecer. Vas a ver como los días se tornan más tolerables, más cortos, y pam. Por allí mismo se acaba toda esta pandemia.